Final y comienzo

Dániel bajó cuidadosamente por las escaleras de madera vieja, que intentaban delatar su huida mañanera y furtiva con un sonado crujir a cada paso que daba, tras oír el sonido del cerrar de la puerta. Llevaba los zapatos en la mano, para evitar hacer más ruido al pisar. Se había metido la camisa por dentro de los pantalones de pinzas negros y la corbata sin atar alrededor del cuello de la camisa. Sobre ella, la americana impecablemente planchada. Salió a la calle tras bajar los tres pisos del hostal y encontrarse en la puerta con un grupo de trasnochadores aún en plena fiesta, los cuales; se quedaron callados contemplando las pintas que llevaba y las horas a las que salía, elucubrando con sus miradas las razones de ambas.

               Una vez en la calle, tras separarse unos metros del portal, miró hacia atrás y sonrió. Era una sonrisa inocente, algo infantil, y cargada de felicidad. Una sonrisa como hacía tiempo que no perfilaba en su rostro. Aquella noche había sido…mágica, se dijo para sí, a la vez que caminaba rumbo a su casa.  Eran las once y media de la mañana, se informó al ver la hora en la pantalla de su smathphone. Había pasado seis horas sobre un colchón, acompañado de una piel, un aliento y una sonrisa que le había robado el sueño, y lo cual había sido un verdadero placer. No tenía palabras para expresar lo que había sucedido. Aquella conexión que sintió. Lo rápido que pasaron las horas y lo corta que se le hizo la madrugada. Aquel era el final de una etapa, de un año que había quedado horas atrás, y el comienzo de un año nuevo, y tal vez; de un amor.