(Lucia leía) Un afrodisiaco distinto

Lucia estaba tumbada en la cama, boca abajo, leyendo sobre la colcha. En el cristal de la ventana las gotas de lluvia se estrellaban como kamikazes lanzados por el viento, con fuerza. El día era frío y nublado, pero en su habitación reinaba la luz artificial y el calor del hogar, por eso solo estaba vestida con una camiseta de manga corta negra, con un estampado  y unos vaqueros algo ajustados del mismo color; descalza. Aquel libro la tenía atrapada en la historia. Una de esas, de parejas formadas por un chico y una chica; tan diferentes y a la vez tan iguales. Aquellas historias de amor le ponían la piel de gallina.

               Dániel entró en la habitación con dos tazas de chocolate humeantes, sobre una bandeja de madera para el desayuno. Rápidamente el olor del cacao embriagó cada esquina de aquel cuarto.

-Gracias, Ca.

-Nada, Amor.-Respondió él depositando la bandeja en el escritorio situado dos metros de los pies de la cama.-Les eche guindilla.-Informó Dániel dirigiéndose a la cama y sentándose en ella, al lado de la cadera de Lucia. Él vestía un vaquero azul oscuro y un suéter gris.

               Lucia siguió leyendo, hasta que notó como Dániel le levantaba la camiseta por la espalda, y los labios de este comenzaron a besarle lenta y dulcemente la zona lumbar. Un escalofrío recorrió el cuerpo de Lucia, pero no se movió. Los labios de Dániel siguieron subiendo por la espalda de ella, mientras sus manos le iban abriendo el camino, subiendo la camiseta negra. Lucia cerró el libro y se dio la vuelta entre la colcha y los labios de Dániel, dejando su pecho frente a los ojos de él. Sus miradas se buscaron y encontraron creando uno de esos momentos en los que las palabras sobran. Los labios de Dániel fueron directos al vientre de Lucia, a su ombligo, mientras que las manos de ella tiraban del suéter y camiseta de Dániel, para dejar su pecho al descubierto. Con una mirada primaría, Dániel desabrochó el único botón que poseía el pantalón de Lucia y tiro del lentamente para sacárselo. Lucia pudo notar las yemas de los dedos de Dániel recorriendo sus piernas, su ingle, sus caderas…y aquello le hacía temblar y apresurar su deseo a la vez que su corazón. Dániel se subió a la cama, y coloco el cuerpo de Lucia entre sus piernas mientras ella concluía el trabajo de quitarse la camiseta que él ya había dejado a medias y lo besaba con pasión. Dániel se quedó inmóvil contemplando el cuerpo de Lucia. Únicamente cubierto por un sujetador rojo con encajes negros y un culote a juego que destacaban sobre su pálida piel. Lucia lo agarró y tiró de él para que cayera sobre ella fundiéndose en un nuevo beso. Sus pieles se rozaron con la suavidad de una pluma,  y sus lenguas danzaban como dos llamas que deseaban fundirse en un gran fuego. Sin gran fuerza, Lucia rodó sobre Dániel y lo tumbó bajo ella. Esta vez, eran los labios de ella los que iniciaron el tour de piel, bajando por el pecho de Dániel, por el vientre, hasta llegar a sus abdominales, donde Lucia alzó la mirada traviesa y sonrió, en el momento en que le quitaba el cinturón y abría el botón de sus vaqueros. Las manos de Lucia exploraron lo que ocultaba aquel pantalón, antes de bajárselo hasta los tobillos e iniciar un viaje con sus labios por donde ellas habían jugado a un juego de roces oportunos que aumentaron la presión que sentía Dániel…

Mientras aquel afrodisiaco natural seguía enfriándose sobre el escritorio y embriagando con su olor la habitación, los cuerpos de Lucia y Dániel iban calentándose sobre la cama. Los cuales ya estaban estimulados sin necesidad de probar un solo sorbo. El único afrodisiaco que consumían era su Amor…