Último pensamiento

Dániel pudo notar el avanzar de la camilla con ruedas por los fríos y asépticos pasillos que lo conducían cara el quirófano. Flanqueado a ambos lados por enfermeros que conducían a aquel colchón con ruedas a la suficiente velocidad para que la bata de hospital, que dejaba poco lugar a la imaginación por detrás, se levantará con el aire mientras el luchaba por mantenerla pegada a su cuerpo con las manos.

A pesar de ir tumbado en la cama, pudo contemplar como dos grandes puertas metálicas se abrían a sus pies, al ser empujadas por la cama, de par en par. Aquel era el quirófano. Allí sucedería todo. Las siguientes horas las pasaría en aquella sala. Rodeado de desconocidos que se encargarían de mantenerle con vida mientras lo operaban.

-Ahora muévete para esta camilla.-Esas fueron las pocas palabras que uno de los enfermeros le dirigió a la vez que junto con otro le indicaban la fría mesa de acero donde debería reposar. Dániel tenía miedo, pero aun así no dejó que este se notara. Tal vez por el pudor de saber que iba totalmente desnudo ante unos desconocidos.

-Hola, yo voy a ser tu anestesista.-Se presentó una enfermera, vestida con un mandilón y cubre-bocas de un verde apagado.-No te preocupes, no vas a notar más que un leve pinchazo. Tú tranquilo, cuenta de cien a cero y piensa en lo que más quieres o lo más bonito.

               Y dicho y hecho. Dániel notó un leve pinchazo en  el dorso de la mano izquierda, y en su mente se dibujó aquello que más quería. Lo más bonito. El rostro de Alexis. Apenas pudo contar hasta noventa y seis cuando sus parpados se cerraron con la imagen grabada de la sonrisa de Alexis…