Yo, Frankenstein

Vacía y sin pretensiones.

En esta frase se podría definir la hora y treinta y dos minutos que dura “Yo Frankenstein”. Y es que sin duda esta es una de esas películas que están hechas solo para pasar el rato, para ver algo de ciencia ficción fantasiosa y poco más. He de reconocer, que yo caí en el error de verla tras leer su sinopsis; un erro que pagué tragándome una historia sin chicha. Y lo peor, es que la película comienza con fuerza, nos presenta a un Frankenstein que dentro de no ser humano, está totalmente humanizado, pues es guiado por algo tan humano como la venganza, para inmiscuirlo sin comerlo ni beberlo en medio de una batalla entre demonios y gárgolas (los ángeles al parecer están ya muy vistos). Podríamos decir, que aun así la película intenta remontar en su trama con unas alas compuestas por un desparpajo de tecnología futurista y como no, unos efectos visuales trabajados, pero aun así, es difícil hacer que un cuerpo de plomo, como lo es en sí su desarrollo argumental, consiga alzar el vuelo. Poco se podría salvar de este barco hundido por si mismo. Hasta el doblaje cae por un personaje, el típico gorila afroamericano, que vale, es un demonio, pero la voz con que esta doblado…como decirlo finamente, que si un tío me habla con esa voz ya pienso que es el primo de Satán o alguien que se ha excedido con el tequila con sal y limón.

               En resumen, esta película ha sido, personalmente, una de las grandes decepciones cinematográficas de mi 2014. Pero si lo que deseas es pasar un rato vacío y sin razón, bien te puede servir. Tan divertida como una clase de matemáticas.