De “P” a “P”

La fábula de la Princesa

-Acercaros niños y niñas, y os contaré la historia más increíble que habréis oído nunca jamás. Poner especial atención a mis palabras, pues nada es lo que parece y todo es lo que no. ¿Entendido? Bien. Todo comenzó hace mucho tiempo, aunque esta historia se repite día a día en cada parte de nuestro reino.  Un joven trovador, como un servidor, recibió la flecha del Amor directa al corazón. Y aunque el disparo fue doloroso, lo hirió, más no lo mató. Nuestro lozano enamorado encontró la desdicha en este sentimiento, pues su amada era inalcanzable. Durante largo tiempo, años que pasaron como siglos para nuestro artista, una amistad creció y floreció entre él y su amada; mas solo amistad fue, y a él le dolió en lo profundo de su pecho. Mientras el tiempo lento pasaba entre las manos de nuestro trovador, su amada, al igual que el tiempo, por brazos de otros pasaba. Y cada vez que estos la dañaban, nuestro enamorado era pañuelo de lágrimas. Mas nuestro valiente trovador… ¡Sí!, valiente, pues para estar enamorado y aguantarlo todo por Amor hay que ser muy valiente mis jóvenes oyentes. Como iba diciendo, nuestro valiente trovador tuvo un revés del destino, y harto de soportar sus lágrimas y ver que sus intentos por que ella lo amara eran inútiles, decidió realizar una gran locura y declararle su amor. La suerte estuvo de parte de nuestro héroe, y ella le correspondió. Él la cortejó día a día, enamorándola cada uno de ellos. Adorándola y tratándola como una princesa, aunque realmente no lo era, para nuestro trovador, ella era la más bella princesa, su sonrisa era luz de estrellas, su cabello hebras de viento donde sus dedos jugaban y su cuerpo un templo de adoración. Tal era el amor que nuestro joven sentía, que dio todo cuanto tenía, cambiando lo que a ella no le gustaba y pasando de ser un vulgar trovador, aunque esta era su pasión y sueño, a un buen señor. Trabajo en todo para poder colmarla de regalos y vicios. No por comprar su amor, mis pequeños, si no por comprar su sonrisa. Aquel era el tesoro que lo enamoraba, una sonrisa cristalina bajo unos ojos tímidos…Hola buenos señores, siéntense con los niños y disfruten de la historia. Ustedes unos hombres de la guardia real, deben apreciar esta fábula que canta este ya viejo trovador. Por favor, tomen asiento…como iba diciendo; nuestro joven enamorado no dudo en cumplir hasta el más ridículo capricho de su amada, pues para él era palabra de su princesa. Pero la joven, tratada como princesa sin serlo, si era caprichosa como una princesa y malcriada como tal, y sus arrebatos fueron hiriendo el corazón de nuestro joven trovador, el cual, aun así, resistió por la fuerza de su amor todos los golpes de los caprichos de su amada. Mas un fatídico día, la princesa que no era princesa pero como tal él cortejó y cuidó, se encapricho de tal manera que nuestro pobre trovador no pudo hacer nada, y ni todo el amor que sentía sirvió para no perderla. La falsa princesa se había dado cuenta de ya no necesitar al fiel trovador y con una patada lo despachó. Pero tranquilos, mis jóvenes oyentes, porque la historia aquí no acabó. El desdichado trovador busco mil formas y maneras por recuperar a su princesa. Ideo ingeniosas canciones para recitarle e intentó que recordará todo cuanto él le dio y lo profundo de su amor. Mas para desgracia de nuestro fatídico héroe, la que solo por amor de nuestro trovador era princesa de un corazón, no entró en razón, pues aquel amante fiel, ya no le era necesario. No lloréis mis pequeños, no imitéis a nuestro pobre y desdichado artista, el cual, vagó largo tiempo, desventurado, melancólico y taciturno esperando su regresar. Mas este nunca llegó. Y para dolor de nuestro trovador, un aciago día la vio, a la que a sus ojos era princesa, pero esta de brazos de otro iba, otro que él bien conocía, viejo conocido y a la vez desconocido, pues este mercader usurero era confuso y poco de fiar, como tiempo atrás a la amada de nuestro artista se le demostró y a nuestro propio trovador también, cuando este ayuda al mercader le pidió, y lo único que recibió fue unas palabras de cruel egoísmo. El corazón de nuestro joven trovador, ya roto y resistiendo desde que su princesa lo pisoteó, se detuvo, mientras unas lágrimas comenzaba de sus  ojos a brotar. Le costaba reconocerlo pero así era y hoy aunque dolor me siga causando… así es.  El mensaje de esta fábula, que como toda buena fabula una moraleja guarda, mis pequeños oyentes y no tan pequeños, es la siguiente: “El Amor la transformó en princesa y de ello se aprovechó, más cuando rica, adorada y creída se lo tuvo, decidió cambiar. Y de “pe” a “pe” torno. Es decir, de amada princesa a vulgar put…