El hotel que hay bajo tu pecho

Siempre fui un huésped humilde y agradecido. Tal vez en exceso. Y tarde en darme cuenta de lo que había. No me di cuenta que en el  hotel que hay bajo de tu pecho solo podían permanecer quienes te pagan bien. Y yo me quedé sin blanca de tanto darte, hasta sin fuerzas.

Ahora colocaste el ofertón, de barra libre entre tus piernas. Y tienes un cliente adicto a ellas. Espero que no se canse, como en el pasado lo hizo con otros hoteles. Si así fuera, no me llames, no me interesa volver a ocupar el mismo lugar. Esa habitación ya apesta. Descubrí que era solo fachada y el hotel era un motel de carretera, lleno de putas, goteras y cucarachas bajo tu pecho y entre tus piernas…