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Aquí os dejo el comienzo de la nueva historia que estoy escribiendo, si, la historia que aprovecha mis horas de insomnio para crecer y que aún carece de titulo. Pero antes de dejaros el extracto de la misma, quiero dar un gran agradecimiento a Sophie, por ser la inspiración para  escribir algo tan…inusual en mí. Es increíble cómo puedes conocer a una persona de la noche a la mañana y que te aporte tanto.  Gracias por estar ahí, estos días se soportan mejor contigo.

 

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14 de Noviembre

               Sofía le hizo acostarse totalmente en la cama, al tirarse sobre él, que se había quedado sentado en el borde, y lo besó apasionadamente. Dániel intentó seguir aquella pasión, pero algo en su interior se retorcía, se removía y no le permitía seguir.

-Sophie

-¿Si, cariño?-Preguntó ella sin dejar de besarlo más que para formular aquella pregunta. Mientras sus manos habían penetrado bajo los boxes de él.

-No puedo.-Respondió Dániel intentando separarla, agarrándola por los hombros.

-¿Cómo? –Dijo anonadada- ¿Qué pasa?-Preguntó sentándose al lado de él, sobre la cama, mientras Dániel se incorporaba a su posición, sentado en el borde del colchón.

-Que…no soy capaz de seguir. Lo siento.-Se disculpó llevándose las manos a la cabeza.

-¿No te gusto?

-No es eso…-Respondió tristemente. “¿No te gusto?”, como podía preguntar algo así, pensó Dániel. Era difícil que a alguien no le gustara ella. Sofía era una chica muy guapa, con un cuerpo muy bien dotado, y unas caderas increíbles; fruto de sus clases de baile. Poseía un cabello largo y liso, de un castaño oscuro precioso y unos ojos verdes que hipnotizaban. Unido todo ello a una personalidad increíble, divertida, risueña y con una sonrisa tan tierna, que era imposible no sentirse atraído por ella.-Es…no sé. No me encuentro bien.

-¿Dan…es por…”ella”?-Él sabía a quién se refería. Y tal vez si, tal vez era por “ella”. Tal vez por su culpa no podía apreciar a Sofía. Llevaban casi dos meses saliendo, y era la primera vez que Sofía le había dicho que tenía la casa vacía para pasar el día solos; pues su madre, soltera, se había ido a la aldea a resolver unos asuntos familiares. Y él, no podía hacerlo, no podía acostarse con Sofía porque “ella” le seguía doliendo muy adentro.-No…no creo Sophie.-Respondió sin estar muy convencido.

-Cari, no quiero que estés mal. Sé que lo vuestro fue muy importante. Y ya me contaste todo y te quiero. Así que; ¿qué te parece si en lugar de sexo salvaje, tenemos una tarde en pareja; hablando?-Preguntó Sofía con una sonrisa tierna, abrazándolo por la espalda.

-Sophie…eres un ángel. De veras. Lo siento. Es que…no sé qué me pasa.

-No te preocupes amor. Sé que la amas…pero como te dije cuando nos conocimos; voy a conquistar tu corazoncito, y yo si voy a saber apreciarte.-Dijo ella repitiendo textualmente las palabras del día que ella le pidió a salir y él se había negado, explicándole las razones.

 -So...-Las palabras murieron en la boca de Dániel, calladas por los labios de un beso tierno de ella.

-Ven aquí,-indicó ella sentándose en la cama y estirando las piernas.-vamos perezoso.-Lo apuró tiernamente sonriéndole.

               Dániel se quitó las botas marrones que llevaba y se sentó a su lado. Ella estaba solo vestida con una camisa de “Batman” y un culote rosa, pues al final; mientras se cambiaba de ropa se sentó encima de él y comenzó a besarlo. Por el contrario, él llevaba unos vaqueros azules y  un suéter gris.

-So...-Sofía volvió a callar sus intentos de hablar con un beso fugaz.

-Me parece a mí, que te gusta, ¿eh?-Comentó entre risas.

-Déjame hablar, por fa.-Pidió Dániel con voz melancólica.- Te quiero…eres…eres una persona maravillosa Sophie, pero…tengo miedo. La sigo…sigo pensando en “ella”. Y no me malinterpretes,-se apuró a decir, intentando evitar cualquier malentendido, mientras Sofía lo escuchaba pacientemente con una sonrisa de comprensión-a tu lado estoy bien, y tú eres…increíble. Preciosa y…solo… es que me gustaría poder corresponderte igualmente.-Explicó mirándola fijamente a los ojos.