Se le acabó la batería

-Ya no te amo.-Clamó ella.-No te amo en absoluto. Ya ni te necesito.-Las palabras de Rose se clavaron como arpones en el pecho de Dániel. O así lo sintió él. Como una gran ballena azul, inofensiva que había sido atravesada por las puntas de acero afiladas que le acababa de lanzar un experto ballenero; certeras y mortales. Un nudo se le formó en la garganta. “Ya no” pensó, ¿es que acaso se le había gastado el Amor? Como si fuera una batería. Eso era imposible. El Amor no se gastaba. Eso significaba que nunca le había amado. Además, tampoco lo necesitaba, “Ya ni”…Eso quería decir que lo había usado. Lo había engañado y usado. El tiempo se había congelado. Su cerebro trabajaba a la velocidad de la luz, pesando mil cosas, intentando resolver las ecuaciones que formaba en su cabeza con las incógnitas que se planteaba. Buscando el significado a las palabras de Rose. Pero no era capaz. No daba hallado el porqué de aquella declaración. De aquella puñalada.

               Dániel intento incorporarse, recuperar la compostura y decir algo. Pero de su boca no salió ningún sonido.

-No diré adiós. Cuídate.-Esa fueron las últimas palabras que pronunció Rose, antes de abandonar la habitación del hospital. Dániel intentó incorporarse en la cama, pero le fallaron las fuerzas, en el momento en que entraba el enfermero,  para controlarle la vía que tenía en el envés de la mano derecha…